Te recuerdo en un viaje de olor a tierra,
copales en el camino
atardeceres violetas, atardeceres naranjas, mezclados a veces
y el sol metiéndose en la laguna colorada.
Estas tardes son de agua, hija, - me decías
luego, sin regresar la mirada veías el cielo.
Estas tardes son de agua hija, el olor y el aire son de agua también
Contemplo tus naguas largas, tu mandil raído
escucho tu risa, arrastras los pasos
me ves con tu mirada triste de años, años.
Siento tu abrazo largo, tus manos rasposas
Te envuelves en un rebozo
escondes la pena , la alegría, el enojo.
Este cielo, así, amarillento, es como atardece por las aguas
Cuando veas que los guamúchiles se llenen de flores,
que hay muchos nopales, es porque las aguas vienen buenas.
Las aguas llegan cuarenta días después de cuaresma
y cuéntale, cuéntale.
Augurabas la lluvia, interpretabas el viento, te guiaba la luna.
Te recuerdo, abuela, en cada temporal
y cuento.
Daniela Rivera (Guadalajara, Jal.) Es Ingeniera Industrial por el CETI. Ha atendido talleres de Literatura impartidos por Luis Fernando Ortega y Miguel Ángel Hernández Rubio. Actualmente es miembro del Taller de poesía Calle de Cervantes. Participó en el libro colectivo de poesía “El pienso no dicho” del mismo taller Calle de Cervantes. Ha publicado en revistas locales y de Guanajuato.
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