Laura Aguirre
Suena la campanilla.
El aroma de la mantequilla sobre el pan
impregna mi ser.
Primer mordisco:
Sabe a la casa
donde viví la mayoría de mi infancia.
Aquel lugar con mariposas en las paredes
y lápices de colores
en los rincones
de cada cuarto.
Segundo mordisco:
Sabe a los libros
que le leía a mi abuela
después de comer.
Solía cambiar las palabras.
Apenas estaba aprendiendo.
Tercer mordisco:
Sabe a las tardes de juegos
con mis vecinos del barrio.
Las manos llenas de tierra
y las rodillas raspadas,
pero seguíamos,
como siempre,
imparables.
Último mordisco:
Sabe a una mezcla
de felicidad con nostalgia.
Una casa que ya no visito.
Una abuela que casi no escucha.
Unos vecinos que se han mudado.
Ojalá que el pan tostado
nunca se terminara.
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