Diana Neptuno
Hay algo en tu piel que siempre me salva. Tu boca
dispara sin costo. En tu boca mueren los monstruos
de mi pecho. Llegas ahí donde bestias salen a
tomar el sol, llegas y ya están durmiendo en tus manos.
A veces, hace tanto ruido que despiertan monstruos que creí,
ya habían muerto, pero acuestas tus manos en mi piel
y vuelven a dormir, como narcótico que se disuelve
en un sueño profundo. A veces, cuando ya no creo
en mí sueño contigo y los segundos regresan y yo
no me estoy yendo. Contigo solo queda lo latente
dentro de una muerte constante que son los pasos
que ahora damos. Así te has ido quedando,
venciendo.
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