Funeral en una casa de cartón Calle Tepito frente al río
Llanto que cae sobre una casa de cartón. Suele humedecer los cimientos. Dolientes a veces imploran la ilusión que provoca el aguardiente para desinhibir lágrimas y estas formen un torrente desembocado desde los ojos hasta el cuenco de las manos, ahí toda cordura se deja de lado y todo rencor desenvuelve el recuerdo más hermoso. Los clavos poco a poco se oxidan durante la mortuoria velada y un ángel sin alas cruje igual a las manos de un doliente sin sombra; lagartijas y cucarachas son huéspedes que dan el pésame al termino del ocaso, la distancia parece un instante mezclado con la sombra hecha por la extrema idea de que la muerte también se ensucia al recoger los quebrantos junto a flores secas para el altar de esta casa de cartón.
Funeral sobre la banqueta Calle oscura esquina del mercado
Al ver a un muerto tendido sobre la calle más transitada se intuye, fue sorprendido por la muerte entre la oscuridad, señoras que siempre llevan un rosario, primero abofetean el cielo con sus gritos y luego comienzan a rezar golpeando los restos de aquel desdichado, a veces se condiciona al muerto, si murió ebrio sólo se les reza un padre nuestro, media ave maría para terminar en el recuerdo de toda la mala obra. En caso de una simple equivocación de la muerte, se le reza un rosario completo sobre la banqueta igual a una caricia para ser acompañado por cucarachas de ropaje azul y luego recogen el cuerpo se le coloca una rosa roja, una veladora. Si es muy querido se pone una cruz con palabras:
“la muerte suele ser una amante dolida cuando se le miente”
Funeral de una persona conocida Calle Talavera sin número
Este funeral siempre está como palma abierta ya que todos se preguntan: ¿En qué momento fue?, ¿Cómo se suscitó?, ¿De qué falleció? Pero no todos preguntan si el cielo se abrirá o si los santos que están de frente al féretro intercederán para su descanso eterno o lo mandarán al purgatorio. Eso a la muerte le da risa y escupe entre la llama de los cirios, se hace un collar con lágrimas sobre todo de la viuda que contempla el cadáver cuando nace un crisantemo servido de ofrenda.
Funeral del ahogado Río Mezcalapa colonia Tepito
Se lo llevó el río, las ramas le agarraron los pies y un remolino le comió la respiración al metérsele en la nariz. ¡Pobre! El ahogado tenía veintitrés años, pero nadaba entre la bravura de un delta. ¡Pobre! Nunca despertó y los peces comieron sus palabras; es triste aferrarse a la vida al pensar que la muerte no sabe nadar en las aguas oscuras de nuestros ojos.
Aarón Rueda (Las Choapas, Ver. 1986). Ha publicado los poemarios Remos de sal (2012), La sangre florecida (2013), Arrullo de la tierra (2013), Despliegue de colores donde todo parece (2015), Cachalote (2016), Confección de islas (2019) y La deriva es un paso interminable hacia la nada (2019). Ha obtenido diferentes reconocimientos en los que destacan el Premio Nacional de Poesía Rosario Castellano (2012), los Juegos Florales Nacionales de Toluca, los Juegos Florales Nacionales Universitarios (2017), el Premio Tabasco de Poesía José Carlos Becerra (2018) y el Premio Estatal de Poesía Ciprián Cabrera Jasso (2019).
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