Madre
Échame en el seno de mi madre
apenas iniciada la primavera,
entre los surcos que los bueyes
y el arado forja en sus pliegues.
Cúbreme con su piel una vez dentro,
ahí, con sus caricias germinare pronto,
mis raíces le corresponderán en su alma
al amor que de ella emana cálido y en calma.
Mis besos saldrán de su vientre
largos como sus planicies y valles,
fuertes como sus robles y cerros,
profundos como sus cenotes y barrancos,
eternos como sus volcanes y peñascos,
y exquisitos como sus mares y dunas.
Ella, me regalara los frutos que nacerán
de mis propias entrañas y
yo los llevare al troje de mis complacencias.
Así, guardare mis memorias llenas de lodo y polvo
esperando volver a su seno para germinar de nuevo
y dar vida a las milpas con haba, maíz, avena o sorgo
y los árboles talados resurgirán con un bello vestugo.
Madre, amamántame con tu fértil amor,
llévame contigo y alivia de los abrojos el dolor
acarícialos también dentro de tu ser,
no podrías tener otro nombre que de mujer
porque en tu vientre la vida haces crecer.
¿Quién?
Y cuando ella te pregunte
¿Qué asesino le arranco la vida?
Atiende a decirle sin excusarte
que todos sus moradores
han sido sus verdugos.
Que aquellos que acogió
con amor en su pecho,
le han herido y lentamente
agonizo, sin ellos hacer nada por
calmar su aflicción.
Dile que le fallaron aquellos
a los que alimento desde su génesis
con las viandas de la vida,
entre las estaciones que abortaron
sus penurias.
Que fueron aquellos que derribaban
a sus hijos y le dejaban un yermo
para vender sus retales al mejor postor,
esos que le vomitaban sus desechos
sin compasión y la envenenaban
con su desmedida ambición.
Aquellos que mudos
al ver su dolor no levantaban la voz,
y dejaron a los sierpes consumar
su asesinato atroz.
Esos que consumían sus pliegues
con fuego para poder construir
su aposento cerca de su rostro
¡Insensatos¡ ¡Asesinos! ¡Cobardes!.
¿No escuchan el llanto de gea?
¿No ven cómo convulsiona?
¿No sienten su agonía?
Atiendan sus plegarias ahora,
antes que las lágrimas del cielo,
el calor de apolo o la fuerza del viento
la conviertan en su cementerio.
Angel Acecam Cloneoser (Nicolás Romero, México, 1985). Es licenciado en administración, sus textos tratan principalmente de la muerte, la soledad, y el desamor, ha participado con poesía para las revista literaria pluma, Monolito, Poetomanos, Engarce, Nocturnario, gaZeta, Ibídem, Letrantes, Primera página, Collhibri, Tintasangre, Perro negro de la calle, así como en fanzines, actualmente cursa la maestría en tecnología educativa.
Comments