Cuarenta días sin sol
Fragilidad humana, en medio del caos la muerte y el amor, se entrelazan en los bordes
insólitos de la marea.
Resurge la empatía y fuerza cuando el dolor es un ente universal, pues al final todos
venimos de la sonrisa de las coruscantes estrellas.
El amanecer y la noche se han vuelto un velo sin color, un aroma repetitivo en estos días
sempiternos.
El cristal que nos refleja a diario se ha convertido en una barrera áspera, ahora sabemos que
existir detrás del espejo negro de la pantalla, no es lo mismo que vivir.
La fugacidad de la vida es una promesa ineludible, pues al nacer pactamos con la muerte
nuestro regreso.
En el crepúsculo triste de estos días mortecinos, nos sentamos a implorar para que vuelva
todo lo que se fue, pues las pérdidas del hombre son un recuerdo imborrable, arden en el
corazón y consumen el alma.
Sin embargo, por encima de los cuarenta días en el desierto de la claustrofobia, emergerá
un nuevo sol, un oasis que cure lo que se ha envenenado.
Morgue viviente
Cuidado con los tormentos, que como borrosas nubes aprisionan nuestra mente y suprimen
nuestra voluntad.
Como parásitos rastreros y funestos, carcomen nuestras débiles emociones, siendo víctimas
y verdugos de esta morgue viviente, que simplemente no deja de arder.
El alma sabe cuánto es el dolor, tan torcido e intolerable, que no es uno quien decide,
cuando la necesidad de perecer, es más fuerte que la propia vida.
Los gritos se vuelven sonrisas sin sentido, las miradas se vuelven estrellas apagadas, como
cuando frías y consumidas mueren.
El rostro como piedra se esconde en una máscara de cristal, tan pesada y sin vida, que
figura un desierto marchito, las palabras suspendidas en el viento, se pierden en los labios
de luto.
Como cadáveres sobre la plancha, en plena agonía existimos, minados por la tristeza
interna, en sereno y sensato silencio fantaseamos reconstruirnos, pues solo somos hombres
en el abismo, presos del infortunio.
Nuestros días son inagotables noches sosegadas a la muerte, como cuando ella al quitar la
vida a un hombre, se entrega ante la belleza de las sombras, pues en la muerte podemos
vernos al descubrir en sus ojos el renacimiento.
Dejándonos caer en las alas de la nada, un tren que nunca se detiene, pues vivir es
morirse cuando el alma ya no siente nada.
Lenn Verchiel. (06 de Agosto de 1990. Guadalajara, Jal.) Es una artista independiente que ha incursionado en la música y literatura. Realizó su primer sencillo con el músico Alx Sandov, desempeñándose como cantante principal, letrista y compositora de Walpurgis Night, genero metal. Con él colaboró también en el sencillo Negra Navidad, disponibles en distintas plataformas musicales.
Como escritora se ha formado de manera autodidacta. Ha participado en dos antologías Charlas de Café volumen III Y IV (Proyección).
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