Me abrazas
y la piel se me eriza de nuevo.
Suena John Legend en el fondo
y yo vuelvo a llorar
sobre el pecho
que ya no es mío.
Debí saberlo antes;
los latidos
siempre le ganan
a la experiencia,
y en una de esas
terminan por arremeter
contra quien esté
esperando en el camino.
Sus ojos son más cálidos,
lo sé porque me lo has dicho.
Sus brazos
te reconfortan en las noches,
y todas las palabras
que una vez guardé para ti,
hoy se detienen en seco.
Tomar aire y dejar ir
es tarea de valientes.
Los cobardes
nos aferramos a los recuerdos
hasta que, por fin,
el fuego nos consume.
Me quedo a tu lado
porque no tengo derecho a más,
pero sigo extraño la manera
en la que casi me amabas...
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