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Foto del escritorELEFANTE BLANCO

CINCO POEMAS DE ALEJANDRO FRANCO


Desvelo

No puedo dormir: tu fantasma ronda mis noches con su séquito de imágenes punzantes.


Entre miradas nos sucedemos

Entre nosotros las miradas se hincan no conocen de distancias ni saben olvidarse aunque lo procuren por enojos transitorios. Se buscan entre el ruido del mundo y aún entre los insoportables silencios que a veces nos impone la rutina reencontrándose a cada rato a cada lamento, a cada piel deseada a cada muerte y resurrección de cualquier horario entre alguna vigilia telaraña o escaramuza. Nuestras miradas no tienen epitafios sólo hojas que arrastran nuestros más profundos otoños cuando cerramos los ojos y olvidamos que pretendemos olvidarnos dejando al viento la alborotada ingravidez del desapego . Nuestras miradas no tienen autocontrol son como corceles salvajes recorriendo desiertos sobre los que una sed cansada que se extiende no se sacia. Vasto espacio de maletas a medio llenar. Viajes inconclusos hacia el sur de los muchos anhelos. Entre nosotros las miradas gritan o callan pero jamás se despiden.



Volveré sin equipaje

Volveré a reunir las palabras que te contienen en cristales rotos a untar miel en tu oído aislado mientras miras con tu cuerpo despoblado y frío mis manos dialogando con tu piel incrédula y la temible tempestad en tus ojos cediendo como una sustancia muerta sobre las mejillas. Volveré a colmar tu corazón despojado herido, embriagado de necesidad le hablaré en susurros lo rozaré apenas con el pétalo del silencio en el que he sembrado tanta añoranza tanta espera reprimida. Volveré y permaneceré a tu lado sacaré las espinas de tu pecho de una en una arrancaré tus hojas secas, tus frutos muertos y te regaré con vientos, besos y palomas para que ocupen tu frente aletargada se enreden en el oleaje de tu cabello alborotado y escurran como dedos de agua sobre tu espalda. Volveré quizá cuando el ocaso cierre sus ojos y no nos mire más cuando el tiempo se equivoque y nos orille a nuestro encuentro cuando las buenas razones se acaben y la locura nos embargue cuando la cicatriz sea hierba muerta y la lluvia se detenga en la mirada retoñando así esta necesidad tan nuestra. Entonces tal vez entonces volveré sin equipaje para quedarme.



Nos quedamos en silencio

Nos quedamos en la orilla del beso mirándonos, callándonos. No había mucho qué decir pero sí mucho que olvidar. A veces intentaba acercarme a tu oscuridad viscosa que se nos pegaba a los párpados para que no pudiéramos vislumbrar más allá de lo permitido por el desacierto. Después las yemas se nos llenaban de astillas y nuestras manos fragmentadas se aventuraban al vacío de sus propias palmas despegadas —en las realidades ausentes uno siempre se fabrica huecos para esconderse. Entonces nos quedamos en silencio mirándonos sin tiempo aunque saturados de memorias como palomas rotas en el viento.


Un rastro de palabras

Te escabulles en mis pensamientos durante las largas noches frías del invierno en que no estás a mí lado y mis brazos se aferran a tu viento inmóvil mientras te espero a la orilla de la espera en ese preciso lugar de lo que se va y regresa. Pero no regresas aquí a mi resignación. Así que te pronunciaré dejando un rastro de palabras para que me encuentres nuevamente en esta o en cualquier otra página temblorosa donde las palabras que leas te convenzan con su aroma y donde al fin me quieras aunque regreses incompleta. —Y no es conformismo es esta infinitud tuya que no se agota.



 

Alejandro Franco (Guadalajara, Jalisco, 1979). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara. En mayo de 2019 publicó su primer libro de poesía, Tu rostro sin ti (Acento Editores). Ha colaborado con poemas para algunas revistas digitales de literatura, como El Guardatextos y Carruaje de Pájaros.

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