Diana Neptuno
Aventarse del cielo es lo mismo que descifrar las sílabas aéreas de tus ojos.
Constantemente recolecto tus flores escondidas en el pecho y entonces me guardo el fuego.
Existe un mundo que aparece cuando cierro los ojos base de datos donde constantemente vuelve a ser diciembre y me acuerdo de ti.
Vernos de lejos como gifs almacenados en nuestra memoria es la única distancia inánime hasta que vuelvas.
Una carretera inexistente en mi hipocampo donde armo un rompecabezas de palabras para el momento en que te vea.
Lo común es hermoso cuando estalla en tus ojos.
Paradas en una esquina vimos nubes cirrus sobre cielo azul y atmósfera de colores. Era sábado.
Y descubrí que los abismos son color blanco. Descubrí que al unir tus lunares se formaban figuras geométricas en tu piel. Y que tus manos son impermeable por naturaleza. Que tu cabeza es un sembradío de estrellas. Que ir l e n t o es una costura del silencio y que mi libertad es una enredadera que poco a poco deletreo.
A veces llueve adentro y al tejernos el lenguaje de las dos son cristales de hielo que forman colores atmosféricos.
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